Por Marcos González Sedano
Han roto el contrato social. La elite de este país y, si me apuran, también la europea occidental, han roto el pacto que garantizaba la paz social.
Después de provocar la crisis en la que vivimos se han puesto a echar sobre los hombros de los ciudadanos el peso de la misma. Aún no conozco ninguna medida que vaya destinada a que las mil familias que gobiernan realmente este país paguen los platos que han roto. Las propuestas de los tecnócratas que les asesoran, así como el poder legislativo y ejecutivo, unido a una dúctil resistencia de los llamados agentes sociales, nos hace visualizar que se va a machacar aún más a la inmensa mayoría de los ciudadanos.
La elite, a través de sus interlocutores, negocia con la propia elite. Los poderosos de este país están negociando entre sí un pacto de no agresión y un reparto del poder acorde con los nuevos tiempos. Mientras, el soberano, el pueblo, desposeído de instrumentos de contrapoder, anda noqueado. Pero cuando el contrato social se rompe, en este caso de forma unilateral, la otra parte queda liberada de cumplir lo pactado, y será cuestión de tiempo que el pueblo, el soberano, termine jugando su papel.
Mientras nos van a ir dando de lo lindo a la inmensa mayoría, ya seamos ideológicamente de izquierdas o de derechas. Si se amplía la edad de jubilación será para todos los trabajadores, para todos. Si suben los impuestos indirectos los subirán para todos, también para los de derechas. Si precarizan el mercado laboral será también para todos. Si reestructuran los mercados seguro que caerán los pequeños y medianos empresarios. Pocas veces en la historia han estado las cosas tan claras, por muchas cortinas de humo que pongan, por mucho que criminalicen a determinadas personas o sectores de la población. Es evidente que en este país se está gobernando, y no sólo desde los Parlamentos, que a veces son meros títeres dedicados a salvar los beneficios, el plusvalor de una elite dominante.
Le toca mover ficha al soberano, al pueblo, a los ciudadanos. Urge la organización de la sociedad civil crítica e independiente, éticamente honrada y leal a los intereses de la mayoría. Lo que están haciendo con la población griega es una prueba más de lo que ocurre y, como dice mi madre, cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar.
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